El templo de Apolo en Corinto es de estilo dórico del periodo arcaico. Es el templo más antiguo del que se conservan restos.
Según la mitología, en el lugar donde se levanta este templo, Belerofonte capturó al caballo alado Pegaso.
Fue construido entre el 540 y el 550 a.C. sobre una altura rocosa que dominaba el Ágora de Corinto y posteriormente reformado en la época romana.
Constaba de pronaos, naos o cella, adytón y opistódomos.
Era un templo períptero hexástilo de grandes dimensiones, 21,5 por 53,8 metros, ya que en el lado largo contaba con 15 columnas, cuando lo habitual en los templos perípteros griegos es de 13 (el doble del número de columnas del lado estrecho más una). Actualmente sólo quedan 7 columnas en pie.
Las columnas eran monolíticas, es decir, talladas en una sola pieza de piedra y tenían 7,2 metros de altura.
Se consiguió una corrección óptica elevando la parte exterior del estilóbato en la zona donde se apoyan las columnas, dando una sensación de grandeza.
Según la mitología, Belerofonte, príncipe de Corinto, con unas bridas de oro que le había regalado Atenea fue al prado preferido de Pegaso donde lo encontró paciendo tranquilamente y cuando se le acercó se dejó montar sin resistirse.
En este lugar se construyó el Templo dedicado a Apolo en Corinto.