El yacimiento arqueológico de Micenas está situado a 113 kilómetros al suroeste de Atenas, en el noreste de la península del Peloponeso.
Según la mitología la ciudad fue fundada por Perseo, hijo del dios Zeus y la mortal Danae que construyó con ayuda de los cíclopes las murallas de la ciudad con enormes bloques de piedra que por eso se denominan ciclópeas.
Los micénicos o aqueos, como se denominaban a sí mismos, fueron el primer pueblo propiamente griego que se estableció en Grecia. Hablaban una forma de griego primitivo y adoraban a Zeus, Hera, Poseidon, Hermes, Atenea y Dioniso. Sus gestas fueron contadas por Homero en la Iliada y la Odisea.
Llegaron a Grecia hacia el año 2200 a. C. se establecieron en el Peloponeso alrededor del año 1600 a. C. y mantuvieron su hegemonía hasta el 1200 a. C.
La civilización micénica fue la primera civilización avanzada de la Grecia continental. Eran un pueblo guerrero, aunque amante de las artes, que vivía en fortalezas situadas en acrópolis amuralladas. Representaban una aristocracia militar en una época en la que Grecia estaba dividida en pequeños territorios cuyos recursos procedían de la agricultura y la ganadería.
Las principales ciudades micénicas fueron Micenas, en la Argólida, que dio nombre a toda esta civilización; Pilos, Tirinto y Midea en el Peloponeso; Orcómeno, Tebas y Atenas en la Grecia Central; Yolco en Tesalia y Troya (estrato VI de Troya) en Anatolia.
Otros asentamientos influidos por Micenas también han aparecido en Epiro, Macedonia, Anatolia, el Levante mediterráneo, Chipre e Italia.
Los micenicos fueron contemporáneos de la Civilización Cretense o Minoica a la que sucedieron y de la que incorporaron parte de su arte y de su cultura. Los aqueos realizaron frecuentes expediciones de saqueo a las islas dominadas por los cretenses. La erupción del volcán de la isla de Thera (Santorini) ocurrida entre 1628 y 1627 a. C. originó un tsunami que asoló el mar Egeo y acabó con la flota cretense y su dominio del mar. Entre 1450 y 1400 a. C. tropas aqueas desembarcaron en la isla de Creta, incendiaron sus palacios y se hicieron con el control de toda Grecia.
Hacia 1200 a. C. el poder de los aqueos comenzó a declinar y alrededor de 1100 a. C. la invasión de los dorios acabó con la civilización Micénica. Tisameno, el último rey de Micenas, murió luchando al frente de sus tropas.
Las ciudades micénicas eran recintos fortificados construidos generalmente en una elevación del terreno para facilitar su defensa. Las murallas de estas ciudades estaban formadas por grandes bloques de piedra de forma poligonal de varias toneladas de peso y superpuestos en seco, sin argamasa. Para economizar esfuerzos los aqueos optaron por tallar enormes bloques de piedra que dotaban de solidez a los muros de sus ciudades. Les resultaba más fácil tallar y arrastrar grandes bloques de piedra por medio de rodillos que tener que construir una muralla con una gran cantidad de pequeñas piedras.
La formidable muralla de Micenas, de 13 metros de alto por 7 metros de espesor, rodea una superficie de forma triangular de aproximadamente 25.000 metros cuadrados situada en lo alto de una colina. Esta ciudadela fortificada estaba reservada para el rey, su familia, los nobles y su guardia personal.
Los aldeanos tenían sus casas fuera del recinto amurallado, pero podían resguardarse tras las murallas en caso de ataque.
La acrópolis de Micenas: 1. Puerta de los Leones. 2. Círculo de tumbas. 3. palacios y «megaron». 4. Aljibe subterráneo.
Una vez que se recorre la rampa de acceso a la ciudadela nos encontramos la puerta principal de la ciudad denominada «Puerta de los Leones» que debe su nombre a las dos leonas esculpidas en el tímpano triangular de piedra que representaban el poder micénico. Tiene un dintel de 20 toneladas.
El vano de 3 x 3 metros estaba protegido por una puerta de madera recubierta con bronce para darle mayor solidez. ( + info)
A la derecha de la entrada se encuentra un cementerio de forma circular de 26,5 metros de diámetro delimitado con grandes losas verticales en el que se disponen varias tumbas del siglo XVI a.C. donde se encontraron la mayoría de las joyas de Micenas y la máscara funeraria que Schliemann atribuyó erróneamente al rey Agamenón. Posteriormente los micénicos sustituyeron estas tumbas por grandes sepulturas subterráneas abovedadas llamadas «tholos» que construyeron fuera de la ciudad.
Aproximadamente en el centro de la ciudadela y coronando la colina se
encuentran los restos del Palacio de Agamenón.
La habitación principal, como en todos los palacios micénicos, es el «megaron» o «gran salón», uno de los elementos más característicos de la
arquitectura micénica, compuesto por un pórtico abierto con dos columnas,
un vestíbulo, también llamado «pronaos» y la sala principal cerrada de planta rectangular, también llamada «cella» o «naos». En esta sala los soberanos recibían a sus huéspedes, llevaban a cabo los banquetes rituales,
escuchaban en privado las presentaciones de los rapsodas y aedos y celebraban consejos de guerra.
La estancia principal del «megaron» que podía tener dos pisos, tenía un hogar en el centro, rodeado de cuatro columnas que soportaban el techo, en el que debía abrirse un lucernario cubierto para la iluminación del interior y la salida de humos. El trono se adosaba en la pared de la derecha del que entraba, frente al hogar.
El «megaron» se considera el antecedente del templo griego.
En uno de los extremos del recinto se construyó un aljibe que aseguraba el suministro de agua en caso de asedio.
La palabra griega «tholos» se aplica a los templos de planta circular y también a las grandes sepulturas micénicas subterráneas abovedadas.
El «tholos» micénico consta de una vía rectilínea de acceso a cielo abierto llamada «dromos» bordeada por altos muros de piedra que conduce a una gran puerta que da acceso a una sala circular con cúpula que alberga las sepulturas.
En Micenas se construyeron varios «tholoi» al sur de la ciudad fuera de las murallas. La más amplia es la que Schliemann denominó «Tesoro de Atreo».