Situado en la ciudad de Efeso en Asia Menor, a 50 kilómetros al sur de Esmirna (Turquía).
Se construyó en honor de Artemisa, la diosa griega de la caza y la naturaleza.
El templo era de pequeñas dimensiones y estaba rodeado por un numeroso «bosque» de enormes columnas jónicas, a cielo abierto, que se alzaban sobre un gran krepis (basamento) rectangular de mármol, formado por tres escalones (dos inferiores o estereóbato y uno superior o estilóbato).
Las columnas, de orden jónico, tenían unas basas de 1,75 metros de diámetro y una altura de casi 20 metros; estaban decoradas con relieves en su tercio inferior.
Una gran fachada decorada, precedida por un espacioso jardín, daba paso a este majestuoso y original «bosque» de 127 columnas, en cuyo espacio central se encontraba el pequeño templo que albergaba la estatua de la diosa Artemisa.
El santuario hacía, además, funciones de banca de toda el Asia Menor, poseía importantes propiedades y era considerado como un lugar de asilo.
El conjunto arquitectónico databa del siglo VII a.C., y en su construcción intervinieron varios arquitectos, todos cretenses: Quesifronte, Metágenes, Deinócrates, Peonio y Demetrio.
El templo se edificó en el siglo VI a.C. y el año 356 a.C. fue incendiado por Eróstrato y se volvió a reconstruir. Fue saqueado por Nerón, destruido por los godos el año 262-263 d.C. y sus restos aprovechados como cantera por los bizantinos.
Actualmente quedan pocos restos visibles.
Recreación del Templo de Artemisa, una de las siete maravillas de la antigüedad.